Resumen del lunes: vaya manera de reír. Si hubiese que describirnos de alguna manera sería: tres mozas locas cantando y riendo por la calle. Ya vale de tonterías niñas, que nos miran raro.
Y eso caraqueso, que el lunes recorrimos media Cracovia. Qué preciosidad. Qué buen tiempo. Qué alegría, qué alboroto, un bollo más por aquí!
Nada, que como buenas guiris nos da por comer todo lo que pillamos. Y mapa y boli en mano nos vamos de aquí a Cuenca, que ya pilla lejos. Es que eso del gps no tiene gracia y es muy caro. Y QUÉ LE VAMOS A HACER SI SOMOS ERASMUUS!!! (Cántese con el ritmo de El Arrebato)
Pasito a pasito nos vimos el castillo, la cathedral…que por cierto, que traicionera. Como pesa la puerta para entrar. No me caí para atrás al abrirla por orgullo y porque la Mery estaba detrás mía. Siempre llamando la atención. Si es que hasta nos echaron la bronca por ir por donde no debíamos. Oye, culpa nuestra no es. El cartel era grande pero no tanto.
Nada, pero no nos detuvieron ni nada, eh. Cantamos un poquito y ale, a caminar.
Nos fuimos hacia el barrio judío. No sé ni cómo llegamos, pero llegamos. Un chino de China nos vio pinta de enteradas e intentó acoplarse pero no le salió bien. Pobre. Nada, que a comer nos fuimos. Estábamos muy indignadas con las del restaurante por tratarnos de bobas y porque había un pelazo en uno de los pierogi, pero bah, somos gente civilizada…no les pegamos ni nada. Pero solo porque los bigos estaban de unta pan y moja.
Asin que na. A andar again. Qué bonito (que cuqui, como dice la merydelsur). Nos metimos en una librería genial con libros de historia para frikis como nosotras. Tuvimos que llevarnos alguno, claro. Y a seguir andando. Que yo no sé por qué pero nos volvió a dar la risa al intentar sacarnos unas fotos…y media hora riendo, again. Qué doloooor de costillas. Pero lo hicimoos!
Aunque no nos olvidamos tampoco de la parte más seria del recorrido. El barrio judío tiene mucha historia…y no es precisamente buena.
Después enfilamos hacia casa para cenar… intento de asesinato más que cena. Tenemos muy mala suerte con la comida del supermercado. Es que como no entendemos lo que pone en las bolsitas de comida precocinada pues siempre nos llevamos sorpresa. El otro día intentamos cenar veneno camuflado en una sopa… QUÉ COSA MÁS MALA! Y el lunes? El lunes probamos unas alitas de pollo que, en fin…
Y luego nos fuimos a una fiesta organizada por el hostal. Oye que poder de convocatoria. Alucinante, amazing, awesome. SOLO ESTÁBAMOS NOSOTRAS. Nuestro gozo en un pozo. Nos tuvimos que quedar hablando con unos chavalillos del sur… vamos, que de inglés, menos que nada.
Y prontito para casa…que el martes tocaba Auschwitz.
La verdad es que la visita no fue tal y como me esperaba. No conecté mucho con la guía y es una pena. Me pareció un tanto fría y me dio rabia que algunos temas los pasase muy por encima.
El museo está bien. Refleja lo que ocurrió sin excesivo dramatismo. Aunque es cierto que los hechos narran por sí solos un sufrimiento insoportable.
Lo que más me impactó fue la montaña de zapatos de niños pequeños y las maletas amontonadas de miles de judíos. Maletas en las que guardaron toda su vida y en las que escribieron sus nombres creyendo que iban a recuperarlas. Lo más doloroso fue, para mí, ver los arañazos en las paredes de las cámaras de gas.
Quizá alguno pueda calificarme de morbosa pero eché de menos conocer más de cerca como era el día a día de estas personas. Sus testimonios, sus vidas. No para recrearme o entretenerme. Por supuesto que no. Pero creo que escucharles es la mejor manera de entender qué pasó.
Ver dónde dormían, dónde trabajaban…y ver la frialdad con la que se asesinaba me hizo darme cuenta de los extremos a los que puede llegar el ser humano.
He de volver. No porque sea masoca, sino porque quiero perderme más tiempo en ese sitio sin tener que seguir a un grupo. Sin prisa, poco a poco. El pasado, pasado está. Pero es la base del presente y del futuro, por eso deberíamos conocerlo. Hay algunos países que organizan viajes obligatorios a estos campos para sus alumnos, para que nunca olviden.
Dejemos ya las reflexiones.
Salimos de los campos de concentración y exterminio y de vuelta para Cracovia.
A la tarde nos recorrimos media ciudad para ir al hospital. Tranquis papis, que no era para nosotras. Es que un amigo de la mery estaba pasando revista ahí. Y nada, después de un largo día pateando, A CENAAR!
Hemos aprendido la lección y ya no nos la jugamos. Vamos a cenar fuera y punto. Y kebab que pedimos! Aunque cogimos un tipo de kebab raro al que llaman tortilla… MIRA, MIRA. NO BLASFEMÉIS. CON LA TORTILLA NO SE JUEGA.
Después de cenar nos fuimos a tomar una cerveza, pero por no perder la costumbre, eh? Nos juntamos tres polacos, un italiano y nosotras. Vaya mezcla. Hablamos un montón en inglés… MENTIRAAAAAAAAAAA
NI PAPA DE INGLÉS. Solo con un chico y porque no entendía castellano. El resto todos nos hablaban en castellano…que querían practicar. Vaaaaaya por dios. Pues na, sin inglés. I promise mamá que no soy yo, son las circunstancias. Ajá.
Y na, que ayer fuimos a las minas de sal. 130 metros bajo tierra. Una maravilla. Recomiendo ir allí. Qué preciosidad, qué todo.
En las fotos que hice con el móvil no se aprecia muy bien pero es impresionante cómo se han trabajado estas minas desde el siglo XIII. Incredible, awesome, amazing pedrada que tiene que darte para ponerte a cavar tanto.
Ahí abajo había salas de discoteca, de conferencias, tiendas, comida….vamos…una maravilla, una ciudad subterránea.
Nos regalaron una comida gratis y ahí que fuimos. Se nos unió una mujer del tour que nos llevó por las minas de sal. Mujer de la que no conocíamos el nombre hasta que no estábamos ya sentadas en la mesa.
MADRE MÍA QUE PLATOS. Nosotras como teníamos la oferta esa pues teníamos carta limitada y con eso nos conformamos, pero las hamburguesas eran de un tamaño XXL.
Fue una comida interesante en la que discutimos temas como la educación o el aprendizaje de idiomas en España. Tema que da para rato. Y la mujer no callaba tampoco. Y los que me conocéis sabéis que no me callo una. Vamos, que menos mal que Lucía y María cortaron por lo sano y nos fuimos a visitar el museo de Oscar Schindler. Más sobre judíos y nazis. Otra cosa no, pero aprender sobre el exterminio nazi…
Casi nos dormimos durante el recorrido. Era interesante…pero muy largo…y no habíamos dormido la siesta…vaya…un cúmulo de tragedias.
Lo más gracioso fue ver cómo nos intentaron timar los taxistas y cómo les mandamos al cuerno. De una manera fina y educada. Que somos muy buenas niñas, el orgullo de nuestros padres. Ojú.
Amoh a ver. El museo estaba a cuatro kilómetros del centro de la ciudad y como es muy barato ir en taxi, ahí que fuimos. Resulta que los taxistas tienen un precio por kilómetro marcado…pero no hay cuentakilómetros, tienes que negociar el precio. Nos dijeron unos conocidos que por 10 zlotys, unos dos euros y pico, llegábamos.
El primer taxista no entendía el inglés y al vernos con pintas de guiris nos pidió 75 zlotys por llevarnos. Unos quince euros, una cosa así. CON LA PUERTA EN LAS NARICES. 4 km, 15 euros? Pero estamos locos o queee?
El siguiente quería cobrarnos 25 zlotys (6 euros o así). Al final por veinte fuimos. Y a la vuelta nos querían cobrar treinta por ir en un carrito de golf para turistas, un despropósito, como lo define la mery. Y otro taxista a treinta también… empezamos a reírnos en su cara. Vamos a ver, les decíamos. Cada km tenéis que cobrarnos 2.40, más la tarifa d la zona… no llega ni a veinte, caradura. CON LA PUERTA EN LAS NARICES.
Vale, conseguimos llegar a casa. Y conseguimos cenar aunque por poco…que aquí también cenan a la hora de la merienda y no puede seeer!
No diré qué hicimos durante la última noche en Poland. Eso nos lo guardamos para nosotras y para los que recibieron nuestros audios. Audios en los que, por supuesto, desplegamos todo nuestro arte cantando (destrozando más bien) las jotas pamplonicas.
Sobrevivimos, como siempre.
Y así terminó el primer viaje del MAL. El primero de muchos. Volvemos a nuestro maligno hogar.
See you soon,
Amaia