¿Habéis oído hablar alguna vez de la maldición de Moctezuma?
Yo tampoco. Hasta que no llegamos a México. Digamos que la maldición hace que te…em, cómo decirlo, defeques hasta en tus ancestros.
Pues bien. Hemos tenido una baja momentánea en el grupo. Hemos ido de ruta por los pueblos de Cholula, Puebla y Atlixco, y haciendo honor a nuestra buena suerte, nos ha diluviado todo el santo día.
Aun así hemos subido todos los cerritos que nos han dejado. Ni lluvia ni charcos ni leches. P’arriba.
Hemos subido tres y hemos bajado cuatro. Naza, Jon, una servidora y mucho, digamos, malaje en el interior de uno de nosotros.
Es lo que tiene llevar los pies cual ranitas en charco. Empapados hasta la médula. Pero qué vistas tan bonitas.
Y no, me adelanto a los pensamientos de alguna que yo me sé. Obviamente compramos fortasec, pero está súper bien guardado en las maletas que hemos dejado en el cuartel general de Ciudad de México. Los héroes no siempre llevan capa, amigos.
Por lo demás, el viaje es un sueño. Comenzó de forma curiosa, con una rueda del coche pinchada, tensión por no llegar al avión y una maleta rota. Todo está volcado en la libreta, y en cuanto la maldición lo permita, seguiremos informando.
Hoy más que nunca, sobrevivimos en cualquier lugar.