Rumiantes

La Bego lleva unos días rumiando demasiado. Ha hecho un repaso a la situación con varias personas de nuestra vida pasada que de forma puntual reaparecen. Ha llegado a la conclusión de que donde antes primaba la prudencia y lo que yo llamaba «educación», ahora solo reside algo parecido al desprecio o a la indiferencia.

Le he dicho que se corte un poquito, que no estamos como para perder el tiempo en debates sin fin en nuestras mentes, pero la que me ha cortado ha sido ella, y de raíz. Cree que la hemos cagado muchísimas veces, pero también cree que el que tiene boca que se equivoca, y que quizá nos hemos callado más de la cuenta.

Le digo que no entiendo a qué viene toda esta perogrullada a estas alturas de la vida y con la tontería que llevo encima de ver todo flowerpower. Me ha respondido que, precisamente, ahora me ve con ganas de plantar raíces, que ya no me ve con ganas de tragar sin motivo.

  • Madre mía, Bego, estás demasiado guerrera para mi gusto.
  • Espabila, majica, estabas demasiado dormida

No sé si esto viene por las pesadillas de esta noche, que otra vez me han hecho sudar más de la cuenta, o por esa oración que he leído por algún lugar del ciberespacio y que me ha hecho pensar: «Florecer exige pasar por todas las estaciones».

Voy a por otro café.

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