Videollamada

La Bego se ha estado riendo un buen rato hoy, y la culpa la tiene mi padre.

A ver, que os pongo al día.

Estamos -otra vez más- en un aeropuerto perdido de la mano de Dios en algún lugar de la Patagonia argentina. Esta vez estamos esperando para coger una absurda conexión que nos aleje del frío de El Calafate y nos acerque al también-frio-pero-menos de Bariloche.

Una etapa más de viaje que nos ha hecho darnos cuenta de los días que llevamos en Argentina y de los que todavía nos quedan por delante.

En estas estábamos, cuando la Bego ha llamado a mi cerebro y le ha comunicado amablemente -al modo Bego- que, o llamaba ya a mis padres o era muy probable que me desheredaran. Jolín, es que pensaba que habían pasado menos días.

Así que nada, auriculares, móvil y llamada a España. Y los salaos de mis padres han respondido a la llamada en tirantes y me han recordado el rico calorcito que hace en Pamplona.

Claro que aquí la historia es muy diferente: gorro, bufanda, calcetines de lana y juramento -cada diez minutos aprox.- por el frío que hace. Una estampa súper atractiva, por cierto. Sobre todo si le añadimos al conjunto un par de ojeras tamaño Maxi combo.

Que no Bego, que las ojeras no son por salir de parranda. Que no, tampoco por beber alcohol y dormir poco. Bueno, vale, reconozco que cayeron un par de botellas de vino y una pintilla. Vaaaaaaaale, puede que eso desencadenara una guerra de almohadas en la habitación 15.

Guerra que fue culpa de la Mery y que ganó mi equipo, por supuesto. Bueno, que ganó Jokin. Yo me quedé la mitad de la guerra metidita en mi cama y con el antifaz puesto. Que no estamos ya para estos trotes. La que recibió de lo lindo fue la pobre Luci, que no tenía antifaz y claro, no podía esconderse. Todo el mundo sabe que si cierras los ojos y no ves, no te pueden ver.

En fin, a lo que iba, que la Bego me pica y acabo contando más de la cuenta.

Tras firmar el armisticio de paz, lo que queda de nosotros se ha dejado caer en el suelo de la sala de espera del aeroparque, como le llaman por aquí.

Ha sido entonces cuando he llamado a los majicos de mis padres. Hemos estado hablando del tiempo, de Argentina, de la loca de mi hermana que anda perdida por el sur, del último exitazo de Caribe mix. En fin, a falta de pepinillos, encurtidos varios.

Y ya he visto yo en la cara de mi padre que asomaba el cachondeillo. Como el sonido iba un poco más lento que la imagen, también he visto la risilla de mi madre, y la Bego ha cogido palomitas, ha subido el volumen y se ha puesto en primera fila.

Ya sabéis que mis queridos padres son abonados a la Bego y a sus peroladas, así que han estado leyendo y comentando las últimas. En concreto, aquella en la que trato de haceros ver que correr veinte minutos encima de la cubierta de un barco para entrar en calor es súper liberador. (Si os aburrís, aquí está: Hasta el fin del mundo).

Yo, muy romántica y filosófica, escribiendo sobre cómo sabe la libertad, y mis padres, a 22000 kilómetros, preparando palomitas para reírse -como la Bego- de los ramalazos de su hija.

¡Lo que hay que ver!

Un besico desde la Patagonia y a seguir rumbeando con Caribe mix.

😉😚🙃😘

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