La Bego me odia un poco estos días. He vuelto a tener una noche de insomnio y ella no se cree que sea solo por el calor. Le digo que es lo que tiene ver los tres capítulos finales de 13reasonswhy de tirón. Sin descansar. Te deja agotado emocionalmente.
Tampoco se lo traga.
Le digo que estoy cansada, que las fiestas han sido duras y que solo estoy descansando para retomarlas con más ganas mañana. Tampoco se lo cree.
Dice la Bego que estoy otra vez haciendo un centrifugado de ideas, que no paro de dar vueltas a cosas absurdas. Y tiene toda la razón, pero ya sabemos todos que es muy difícil parar el centrifugado de la lavadora. Solo se me ocurre hacer mindfulness, pero ahora mismo mi cuerpo rechaza cualquier tipo de meditación. Así que he ido por la vía rápida: cenar patatas de bolsa, galletas y cualquier tipo de gordería que me aleje de la vida sana. Comer hasta reventar. Eso que no falte. As always.
Por suerte las vacaciones llegan ya. Por suerte o por desgracia porque cuánto más tiempo libre, más centrifugados. Me dice la Bego que recuerde todos los pasos que Clemente me dictó en su día. Y le he prometido que lo llevo mucho mejor: no me juzgo, lo acepto y que sea lo que tenga que ser.
Necesito otra escapada a Olárizu. A pensar. A pensar y a escribir en lo alto de la colina. Necesito volver a convencerme de que hay cosas que han quedado atrás, aunque no sea tan cierto como quiero creer. Pero esos textos escritos en lo alto me los guardo para mí. Para mí y para la Bego, que me acompaña silenciosamente en cada una de las subidas y bajadas.
Cada día quiero un poco más a la Bego.
Cada día, un poco más.
Que vuelva el chachachá.