Bego me está esperando en el banco. Hace un par de días que no voy a verle porque me dolía el mal de razones, pero ya se me ha pasado un poco, y hoy me siento más libre que nunca para sentarme con ella.
Hoy ya le veo más mayor que ayer, creo que se acerca a su mayoría de edad. Y yo aquí, viendo el tiempo pasar.
Me pregunta que por qué no he ido a verle estos días. Le he dicho que estaba recuperándome del mal de razones y de una cadena de resacas. Me ha preguntado por los regalos de mi cumple y que si me queda alguna petición para los Reyes Magos. Le he dicho que no, que este año he recibido todo lo que quería y mucho más, que tengo a mi alrededor a los mejores amigos y familia del mundo y que no me hace falta nada más.
Bego cree que soy muy afortunada y yo le digo que sí, y que sobre todo estoy feliz de haberle encontrado a ella. En el fondo las dos sabemos que ya nos conocíamos de antes, aunque nos hayamos olvidado por un tiempo la una de la otra.
Hoy Bego me cuenta que se siente un poco más feliz porque por fin ha dicho «hasta aquí», ha aparcado la tristeza y se ha puesto a bailar en la cocina. Dice que hace mucho tiempo bailaba a todas horas y en todos sitios, y que lo echaba de menos.
Yo le he dicho que también me siento así, que hoy me ha cambiado un poco el chip. No por nada en especial. Quizá es que ya es miércoles. O quizá es que tenía hojaldre para comer.
Bego ha empezado a tararear una preciosa canción que me ha recordado a mí cuando era niña. Justo ha empezado a lloviznar pero nos ha dado igual. Hemos empezado a cantar cada vez más fuerte y nos hemos subido encima del banco. Las dos sabemos que mañana llegará el catarro, que igual nos levantamos con un poco de mal de razones y que el pelo se nos riza, fijo. Pero hoy nos da igual.
Le improviso la letra de la canción pensando en una letra que es #fotoinsta total: «El futuro tiene que empezar en algún punto». Y las dos sabemos que hoy empieza nuestro futuro, nuestro camino, nuestra carrera hacia la mayoría de edad. Que a partir de ahora, y como dice un señor que no conozco, «dar un paso atrás después de haber dado un paso hacia adelante no es un desastre, es un chachachá». Y hemos decidido que las dos juntas vamos a bailar chachachá sin preocuparnos por el tiempo que pasa entre paso y paso. Que si lloramos, pues ya reíremos. Y que reíremos, y cantaremos, y bailaremos.
Ya casi estás arriba, me ha dicho, no pares de bailar.