El café sigue sin despertarme. Es el tercero de hoy y sigo tranquila. En realidad, no. En realidad me agobio. En realidad me subo por las paredes. No tiene nada que ver con los exámenes. Después de todo, ¿qué es un examen más después de los que ya hemos hecho? Es por el futuro. Lo veo más negro que la madrugá. Mis planes de futuro llegan hasta el viernes. Luego ya no sé qué hacer. Propongo un apocalipsis zombi el lunes. Antes no, que tengo que dormir.
Y entre café y café leo un poquito de aquí, un poquito de allí y nada de mi libro de Derecho. Viene mi padre a darme las buenas tardes, ¿qué tal vas? Ay papá, hasta el moño de café. Digo, hasta el moño de estudiar. Abro la ventana. Huele a lluvia, a césped recién cortado. Huele a primavera. El día es triste, casi no ha salido el sol y me quejo de vicio; pero huele bien. Todo me recuerda un poco a Más Periodismo, el artículo de Jorge Bustos. Es como cuando te quejas de la lluvia porque llueve pero eres incapaz de apreciar el olor a hierba mojada. Como cuando sale el sol pero eres incapaz de apreciar el brillo en los ojos de la gente. Como cuando te intentan hacer creer que los periodistas no son más que una panda de quejicas llorones que utilizan su Twitter para gimotear y provocar el declive del oficio, pero tú sabes que los únicos que hunden el Periodismo son los que desconfían de la profesionalidad de la inmensa mayoría de periodistas de este país, los que achacan a los periodistas los males del mundo entero. Porque manzanas podridas hay en todos los cestos, eso no lo puede negar nadie, pero manzanas brillantes las hay, y muchas.
El olor a mierda, hablando mal y pronto, es pasajero. Tiene que serlo. Lucharemos por ello. Ya huele a resurgir. Ya huele a despertar. Ya huele a mañana. Otra promoción más de periodistas sale en pocos días a luchar por su futuro. Periodistas con más talento que muchos de los que ocupan cargos importantes en los principales medios de comunicación.
Dice Bustos que «lo cierto es que la crisis del periodismo es crónica porque quien ha de ser su único cliente resulta muy poco rentable: la verdad». Cierto, aunque más cierto es que la crisis del Periodismo la provocan los que no son periodistas, o lo son pero han olvidado aquello por lo que cogieron su pluma por primera vez.