Yo tenía una dieta. No, no una dieta para adelgazar porque esas me duran lo que un paquete de galletas: MENOS QUE NADA.
No, yo tenía una dieta sana con menos mierdecillas y más verduras. Sí, verduras en cantidades industriales. Pisto por aquí, alubias verdes por allá, huevito frito para acompañar… lo típico. Hasta que el salchichón del Día [publicidad] se cruzó en mi camino. Y se unió al pan de verdad y a la Nutella [más publicidad]. Soy lo que se dice un penco como un piano en fuerza de voluntad alimenticia.
Y cuando ya parecía que la cosa se normalizaba, he descubierto que los Kinder Buenos [jolin, exceso de publi] son el mejor remedio para el cansancio. Vaya, que me estoy poniendo hasta arriba. Vaya por dios, lo mío es increíble. Hasta Isabel se ríe cuando me oye pasar por el pasillo a medianoche. También podría ir al baño, pero no, es más que obvio que voy a picotear. Luego, como hice ayer, tengo que llamar a su puerta para enseñarle orgullosa el sandwichillo de salchichón que ha caído, o de queso, o un poco de uva, lo que sea. Porque caer, siempre cae algo.
Así las cosas yo me proponía que hoy domingo iba a ser un día light: comida sana y gym. Gym, hecho; comida sana, hecho; picoteo, sobresaliente, matrícula de honor, graduada con honores. Y todo por culpa del desayuno que el MAL me ha obligado a tragar. Contra mi voluntad. Yo no quería, I promise. O igual sí, quién sabe.
Corre la leyenda de que hay un desayuno más pesado que este, que es el de doble ración. Pero no sé, quién sabe. Con este casi ni hemos comido. Qué vida más dura la nuestra.
Aunque más dura es la vida de las galletas.Yo haría una película con su vida: «Cómo sobrevivir al cuarto día en Union Street». Eso sí que es un milagro. Pero un milagrito de los verdaderos.
Yo creo que es del estrés. Sí, que los estudiantes Erasmus también nos agobiamos. Eso de ver cómo se acercan las fechas límites de entrega y los exámenes es terrorífico. Sobretodo cuando no tienes ni repajolera idea de cómo hacer los trabajos. A lo que hay que añadir la búsqueda de un trabajo o de unas prácticas. Cosa casi imposible. Al menos en condiciones dignas. Porque esos trabajos en los que no recibes ni las gracias no se pueden considerar ni trabajos. Algún día escribiré un parrafón sobre el tema, que sigo estando bastante indignada.
Hasta entonces voy a seguir atiborrándome a tila y a poleo-menta que dicen que es muy bueno para la pesadez de tripa y para dormir, que falta nos hace.
See you soon,
Amaia