A quién madruga, patada en los…

A mí eso de madrugar, chica, no me acostumbro. Con lo tranquila que estaba yo hasta ahora. Qué dura es la vida del Erasmus de vacaciones. Para cuando te quieres dar cuenta ya se ha pasado. Todo va demasiado rápido. Hace dos semanas, qué digo, el día antes de irnos (previsión y preparación españolas: todo en el último momento) estábamos preparando el viaje a Polonia. Y ya se ha pasado. Hace ya casi dos meses que salí de casa a todo correr para no perder el bus y con él, el avión, que tenía que traerme a Escocia. Y mira qué rápido se ha pasado todo.

Y ahora estoy aquí, haciendo toda esa tarea que tendría que haber hecho este fin de semana y que no he hecho por pura vagancia. Sí mamá, no lo he hecho porque no he querido. Tampoco me corre prisa, pero mi yo del semestre pasado hubiera aprovechado cada minuto para tenerlo acabado a tiempo. Qué bien me está sentando el estar lejos de la rutina frenética que tenía: desayunar, clase, más clase, más clase, comer, clase, más clase, estudiar, estudiar, clase, entrenamiento, cenar, dormir, trabajar sábados y domingos, madrugar, madrugar, madrugar. Oye, que ya está bien, ¿no? Que masoca sí, pero solo cuando hago dieta. También hay que disfrutar. Llevo medio fin de semana metida en casa sin hacer ABSOLUTAMENTE NADA. Qué perdida de tiempo dirán algunos. ¿Pérdida de tiempo? Madre lo que he deseado yo tener tiempo para hacer NADA.

Ale, otro sueño cumplido.

Ahora ya toca ponerse las pilas. I promise it, papás. Me pondré al día con los garabatos esos del demonio que tengo que hacer. Que no los pillo ni para atrás pero qué le voy a hacer. Fucking garabatos del mal.

En fin, qué dura es la life, caguenlalech.

Menos mal que ayer hicimos cena familiar. Nos juntamos las seis locas. Chungmay se encargaba del primer plato, Jamie, Bailie y Katelyn del segundo e Isabel y una servidora del postre. Vaya bizcocho… La verrgüenssilla del paíh. Eso ni ha subido ni na. Un desastre. El segundo plato pues estaba muy rico, pollo con puré de patatas y ensalada; y el primero pues era.. curioso. Bolitas de arroz rellenas de crema de cacahuete y de crema de sésamo.

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Cual huevitos.

Ay…acabamos llenísimas. No sobró casi nada. Somos las mejores. Y cuando estábamos ya hablando tranquilamente, de sobremesa, y blablabla… A alguien se le ocurrió la genial idea de montar una familia entre nosotras seis: yo la madre, Bailie el padre, Isabel el bebé, Chungmay la niña pequeña, Jamie el perro y Katelyn el pez dorado. Sí queremos tener mascotas pues las tenemos y punto.

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El problema llega cuando empieza a nevar. Mamá y papá somos incapaces de controlar a la manada. El bebé se alía con el pez dorado, el perro se une a un bombardeo y acabamos todas gritando y en un guerra de bolas de nieve en la calle. Madre mía qué alegría, qué alboroto, otro catarro pa’l bote.

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Nada, al final nos pudo el sentido común (HE DICHO ESO?, EN SERIO LO HE DICHO?) y volvimos a casa a cambiarnos de ropa y a fregar y todo eso… que ya sabemos que toda cena decente acaba con mucho trabajo post cena.

Hemos decidido que a partir de ahora, todos los lunes celebraremos la family dinner. Bueno, si conseguimos sobrevivir, que en esta familia de locas hasta el pez dorado es un peligro 😉

See you soon,

Amaia

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