8 DÍAS

El siete de enero cogía el autobús camino de Barcelona con mi padre. No negaré que estaba un poco asustada. ¿Qué me encontraré?, ¿estaré bien?, ¿podré adaptarme? Tampoco negaré que esa noche dormí tres horas de los nervios. Y que antes de coger el avión me puse a llorar. De hecho tuve un dolor de cabeza muy fuerte durante los días previos a mi salida.

Y cogí ese avión. Me enamoré del país antes de aterrizar. Nunca había visto algo tan bonito. Vale, Navarra es preciosa. Pero conjugar lo más hermoso del monte con el agua del mar y unas casas de cuento de hadas… Eso solo lo he visto aquí.

Mi primera noche en el albergue fue tranquila. Dormí dos horas y media de siesta, estaba agotada. Me recibieron con los brazos abiertos. Y al día siguiente conocí a Chuangmay, la que va a ser mi compañera de piso estos meses. Fui yo quien la busqué. Sabía que estaba en el mismo albergue que yo. Aunque estar solo siempre viene bien para pensar, lo cierto es que verte en un país sola da un poco de respeto. No estuve mal. De hecho me las apañé bastante bien. Pero eso, quería saber cómo eran las personas con las que iba a convivir en los meses siguientes.

El día diez de enero llegamos a la residencia. Y poco a poco comenzaron a llegar las demás. Todavía falta una chica por venir, pero puedo decir a ciencia cierta que no podrían haberme tocado compañeras mejores: Katelyn, Jamie, Chuangmay y Bailie. Todavía no hemos discutido. Vale, solo llevamos una semana conviviendo, pero la verdad es que nos apañamos bien.

Hoy hemos hecho una actividad. Estábamos seis: Jamie, Bailie, Katelyn, Bene, Méleah y yo. Los dos últimos son del piso de arriba. Méleah preguntaba algo y luego cada uno de nosotros teníamos que elegir una de las fotografías que había en la mesa. ¿Con qué foto te identificas más?, ¿qué foto es la que muestra tu vida ahora, y cuál es la foto que mejor representa lo que quieres para ti en el futuro? Estas y otras eran las preguntas. Todas personales en cierto modo, referidas a creencias personales, religión, relaciones de familia…

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Al principio tengo que decir que me parecía una chorrada, pero realmente ha sido muy interesante. Es un momento en el que seis personas que hace una semana no se conocían de nada, se abren a extraños. Es más difícil aún cuando tu lengua materna no es el inglés y te es más difícil expresarte. Bene es alemán y las otras americanas, pero cada una de una punta del país, con formas distintas de ver la vida.

Aún así, ha sido un momento en el que me he sentido en familia. El idioma puede ser una barrera, pero cuando hay sentimientos de por medio es muy enriquecedor. No diré lo que ha contado cada uno. Solo te abres a los demás cuando sabes que puedes confiar en ellos, que lo que les has contado no saldrá jamás de ahí. Es sorprendente conocer cómo son algunas personas, y cómo han logrado sobreponerse a grandes traumas de su vida.

Solo puedo sentirme afortunada por poder disfrutar con ellos de una nueva aventura. Solo llevamos una semana, pero ya siento como si los conociese de siempre. Son una familia «provisional» en lo físico, pero permanente en los recuerdos. Y esta es la gran magia de la primera pequeña gran aventura de mi vida.

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Amaia

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