Ya casi llevo una semana aquí. En una pequeña ciudad, más bien pueblo, de Escocia. Ha sido una semana intensa con cosas buenas y cosas malas.

Siempre se echa de menos los mimos del hogar pero cuando encuentras compañeras de piso tan fantásticas te llegas a sentir como en casa. Ya tenía el presentimiento de que algo así ocurriría justo antes de bajar del avión, cuando vi Escocia por primera vez. Ahí me enamoré.

Stirling es un sitio precioso. Parece sacado de un cuento. Ya subiré fotos pero excepto por los coches parece que me he trasladado a otro siglo. Y ahora con todo nevado… ya veréis, ya!

¿Y la gente? Creía que los españoles eramos abiertos y que nos gustaba conocer nuevas personas, ¡pero lo de aquí es increíble! Las dos primeras noches las pasé en un albergue en el que conocí a gente sorprendente. La verdad que me han acogido con los brazos abiertos. ¡Aunque más que escocesa estoy volviéndome americana! Es lo que tiene vivir con tres americanas y una china (a ver si llega ya la otra inquilina española y nos imponemos un poco 🙂 ). Igual acabo mudándome allá… No,no, tranquila mamá que me quedo en España… que allá no saben lo que es una verdadera tortilla de patatas!!

Y aquí tampoco… porque hasta hoy no teníamos ni una mísera sartén con que cocinar… pero bueno, ya les iré poniendo firmes.

De momento nada más! Tengo muchas cosas que contar pero tengo que ir a una clase en la que probablemente no haré más que sonreír y asentir… el acento escocés es imposible!

Un beso!